El miércoles 25 de noviembre recibíamos la triste e impactante noticia de la muerte del Padre José Luis Garayoa a causa del corona virus en la Ciudad del Paso (Texas-USA). Nos ha dejado sumidos en la más profunda tristeza y una capa de dolor, intenso y profundo, se ha adueñado de nuestras vidas.
El Padre José Luis estuvo dando clases en nuestro colegio en los años 90. Dejó huella en numerosos alumnos por su forma alegre y espontánea de ejercer la docencia. También estuvo al frente de los scout, colaboró con el grupo Chispas y no se perdió ninguna movida de aquellos fructíferos años.
De España se marchó a la misión de Kamabay en Sierra Leona, donde ejerció un impecable ministerio en favor de toda esa gente desfavorecida. Son los testimonios más directos e impactantes que grabó a fuego en nuestro corazón. Desde allí continuó siendo un referente para cantidad de generaciones, a las que educaba desde la lejanía con el testimonio personal, el compromiso por la justicia social y el servicio desinteresado para con los más necesitados.
Como sabía el valor de la educación, no cejó en su empeño de construir escuelas y favorecer los estudios de numerosos jóvenes a través de las becas y donaciones que se hacían y en las que nuestro colegio San Agustín siempre estuvo a la cabeza, bien a través de las clases, de las familias o de los allegados del colegio.
Estos últimos años estaba destinado en El Paso, donde se interesó por el trabajo con los migrantes y donde tuvo más de un altercado con la justicia, especialmente en estos últimos tiempos de Trump.
Ejerciendo el ministerio, en contacto directo y personal, al que no hizo ascos en ningún momento, se contagió del terrible virus y él, que venía con una carga muy fuerte de malarias, tifus, ébola y demás enfermedades, que fueron dejando terribles secuelas en sus órganos vitales, no pudo superar al Covid, que logró terminar lo que no pudo la miseria, el hambre, la guerrilla y la injusticia. Tal vez el “virus-África” que un día le cautivó lo fue inmunizando para afrontar las penurias en tierra pobre, pero no le sirvió de escudo para morir en la nación más industrializada del mundo. Otra contradicción que algún día nos tendrá que explicar el “nuevo ángel” que hoy hemos enviado a la Casa del Padre.
Descansa en paz y no te olvides del “SanAgus” en estos duros tiempos que nos tocan vivir.
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